


Ron sin hielos, ginebra, once noches tosiendo tras cada pitillo que he fumado esperándote.
Buscarte en cada fiesta, aunque no hayas salido.
Llevar tu pulsera, aunque odie los abalorios.
No cumplir mi palabra porque haces que me quede sin ellas.
Que me hagas reír, aunque no sea agarrando mi cuello mientras muerdes mi boca, me da igual.
Que mis sábanas huelan a Armani, aunque no sea por ti, también me da igual.
Que mires a otras como me miras a mí, me da igual.
Lo que no sabes es que solía memorizar las matrículas de los coches de todos aquellos amantes que me llevaban a casa, pero contigo es diferente.
No sabes que admiro como te muerdes las uñas y sé que piensas que soy un desastre y que podremos chocar en cualquier momento.
Aun así, me gusta conducir tu coche azul porque sé que, si no he memorizado la marca, ni la matrícula es porque no he tenido tiempo como para hacerlo, porque prefería mirarte a ti.
Haces que mi reloj deje de marcarme la hora de llegar a casa sin preocupaciones porque sé que si es contigo llegaré, y me da igual.
Tampoco sabes que cada bar que visito en el que tú estás me hace sentir como en un nuevo aeropuerto, en una nueva ciudad que nunca antes había visto.
Que sé que algún día tendré que bajar la guardia y quisiera que fuera por ti, pero eso nunca será y también me da igual.
Que aunque seas el trigésimo al que escribo, eres el primero que hace que pierda el control y eso también me empieza a dar igual.
y comenta
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Me encanta el comentario de Bluess. Romántica y, por ello, también trágica. Hay una desesperación de fondo que no te duele ni avergüenza mostrar y que enriquece el relato. Sin embargo, al ser una parte del conjunto, falta más, más por mostrar, más dolor: el resultado del conflicto.Cuando se ama da todo igualEspero que este amor sea tan apasionante como para que no te haga falta leer nunca su matrícula de coche. Me encanta tu manera de escribir. Abrazos y un saludo!Escribes endiabladamente bien aunque seas obsesivamente romántica. Saludos