Sinopsis

Lo que trae el paso del tiempo.

 

 

 

A mi madre.

 

Madre,

¡cuanto me acuerdo de tí!

 

Para yo poder volver

tú tuviste que marchar

se cruzaron los caminos,

sin podernos encontrar.

 

No sé porque no entendí

que buscaras  a tu madre

y yo te buscara a ti!.

 

La niña ya no te llora

ahora llora la mujer,

lágrimas que hice mías

sin apenas comprender.

 

Fui, y soy tu espejo roto

con los cristales dispersos

que yo misma los recojo.

 

Cada recuerdo enfrentado

liberado de la angustia,

del temor y del dolor

desnudo y sin poder,

dejan que aparezcas tú.

 

Finalmente  yo soy  una

 he podido abrir las puertas

me he quitado la armadura.

 

Ya he hallado el camino,

y cedo el paso a la ternura.

 

Una por una me arranco

las espinas de mi alma,

aunque todas ellas duelen,

duelen, pero ya no sangran.

 

De una en una, las arranco

de las capas de mi piel

de una en una, las planto

para hacerlas florecer.

 

En cada una de ellas,

te vuelves a aparecer.

 

 De ti ya estoy  muy cerca.

En los pliegues de tu piel

donde me hallaba  fundida,

y en los gestos de tu cara

al sentirte  confundida.

 

Nunca, pude comprender

el dolor de tus heridas

y ahora que ya no estás, 

yo te empiezo a conocer

 

En las esquinas del tiempo,

escucho llorar a niños

en armazones de ancianos

por sus anhelos perdidos.

 

Siento tanto, y  tanto siento,

que mi mundo era un desierto

donde vagaban fantasmas

de iras y de silencios.

De palabras nunca dichas

que por no decirlas duelen,

de sentimientos ocultos

de historias de desamor,

de pensamientos fugaces

clavados en la memoria,

que el tiempo los retorció

 

 No puedo recuperar

el tiempo que ya pasó

ni lo que con él,  se  fue.

 Pero, espero y esperar quiero,

y quiero, esperar sin miedo

a lo que venga después