


Encarcelada en mi propio amor estoy. Encarcelada en tus manos, en tu cuerpo, y en el deseo que me inspiran tus labios. Recluida en el placer que tus brazos infunden a mi cuerpo.
Estoy prisionera por haber cometido el terrible delito de amarte, de quererte con la pasión del infierno, y con el frío de una tormenta. Prisionera por anhelarte con el entusiasmo del primer amor, con la inocencia de la juventud, y con la madurez que me trae el paso del tiempo.
Estoy condenada de por vida a desearte, por hacerlo con la fuerza de una tempestad, con la furia de un tornado o con la suavidad, con la que la brisa roza los campos en primavera. Y hoy quiero escapar de todo, intentar olvidarlo todo, y dormirme para siempre en los brazos del maldito tiempo.
Vivir en la penumbra de tus ojos, ya que a la luz de ellos no puedo. Vivir en el crepúsculo de tus manos, ya que no puedo habitar en ellas. Vivir alimentando una esperanza que no existe. Seguir creyendo que me quieres, o tal vez que me querrás. Y seguir soñando mi vida a tu lado.
Esta cárcel que me cala los huesos, que me hunde en la miseria de la tristeza, y me arroja a la locura calamitosa.
Y todo por amarte. Todo por convertir mi día en tu noche. Por convertir mi amor en olvido, y tu recuerdo en realidad. Todo por desear tocar el cielo con mis manos. Por soñar cada noche contigo. Todo por intentar rozar, con el ardor de mis labios, los tuyos. Por intentar llenar de ansia tu espíritu. Y sólo, tan sólo, por quererte.
Quiero estar tan cerca de ti que, tu aliento, pueda atravesarme. Quiero dormir a tu lado. Estar tan juntos que, tu voz, se grabe en mis pensamientos. Que tu ansiedad, se pierda en mi calma. Que tus silencios, se escuchen en mis oídos. Quiero romper tu dolor, y arrojarlo al abismo del olvido, allí donde me perdí al desear todo esto. Allí, donde están tus besos ya olvidados, donde están tus recuerdos. Allí, donde se perdió tu voz, tu rostro. Donde me quedaré a vivir, hasta que te marches de mi corazón.
Y ahora, volveré a recordarte como mi amado. Volveré a llamarte cada noche y, cada mañana, me levantaré pensando en ti.
Y miraré al sol, con la única esperanza de encontrarte en él. Pasearé por el cielo cada vez que me mires, y visitaré a mi querida dama de negro.
Cuando al llegar la noche, la luna, me recuerde que mi vida se está apagando y, no consigo estar a tu lado. Que ha pasado otro día más, y aún te deseo. Que mis días se esfuman y, nada puedo hacer por evitarlo. Salvo soñar.
Que mañana, el sol, será diferente porque, la felicidad de mis ojos, lo iluminarán. Y sonreirá al saber que tú me amas. Al saber que ya eres mío. A al saber que mi única misión en el mundo se cumplió.
Porque no habrá nadie que me impida llevar a cabo la misión por la que nací, y por la que moriré. La única misión que aún me mantiene con vida. La única misión que me retiene en este maldito mundo: amarte.
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no todos tenemos la misma educacion para los embidiosos. pero esta muy buenoCada vez que lo leo se me pone la piel de gallina. Recordar un amor de niñez con la madurez que nos trae el paso del tiempo... Un relato impresionantefer esta muy bueno me gusto la forma en que expresas lo que sentisMuy pero muy bueno.Sigue asi Ca-zeta


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