


Los amores tóxicos nos destrozan, nos desarman, nos anulan. ¿Lograremos alguna vez desengancharnos de ellos? Los que lo han conseguido cuentan que de vez en cuando la nube de vapores tóxicos no les deja ver el camino.
No sabes cuánto te echo de menos. Cuánto te necesito aún. Pero tuve que dejarte. Me intoxicabas cada día una gota más. Porqué a pesar de tu transparencia, eras mi amianto, mi amoníaco, mi lejía.
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Me enloquecía beberte a sorbos, acariciarte con las yemas de mis dedos y cerrar los ojos hasta olvidar mi nombre.
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En las noches más intensas, mi vicio era agarrarte por el cuello y tirarte contra el suelo. Ver como te rompías en pedazos sin posibilidad alguna de volverte a reconstruir. Luego era yo el que lloraba. Que contradicción. ⠀
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Te dejé. Pero en días como este, en los que todo se desmorona, te volvería a agarrar. Es lo que tenemos los sobrios, que a pesar del tiempo que llevemos sin beber, nuestro amor por las botellas de cristal es tóxicamente eterno. ⠀
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Néstor cree haber encontrado la solución a todos nuestros problemas. Quizás estamos ante las puertas de la bendita felicidad y aún no lo sabemos. ¡Descúbrelo!
Es de buen nacido ser agradecido. Así se lo enseñaron en la escuela y así es como lo pone en práctica la agradecida protagonista de este microrrelato.
Los amores tóxicos nos destrozan, nos desarman, nos anulan. ¿Lograremos alguna vez desengancharnos de ellos? Los que lo han conseguido cuentan que de vez en cuando la nube de vapores tóxicos no les deja ver el camino.


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La Hescritora escribe microrrelatos hilados con pedazos de ella y de otros (sin su permiso) aderezados con ironía y locura cuerda. Sin duda, el desamor, la pérdida y la incertidumbre son los motores que la empujan a cometer las locuras literarias que la consagran como la mejor escritora de su mundo, un mundo en el que la palabra 'escritora' se escribe con 'h' y no es muda. ¡Descúbrelo!