


Igual que en una vieja postal.
Bajo un imposible cielo violeta
Un cielo frágil, de cristal.
El suelo fue de pronto agua
Yo caminaba hacia mi celda
Sorteando un pequeño mar
Enjaulado en la mañana.
Algunas luces habían caído
( tal vez fueran estrellas )
Algunas cayeron del cielo
Y allí estaban,
Ante mi,
Desparramadas por el suelo
Sobre los adoquines mojados.
Algunas quedaron colgando
De las ramas secas de un árbol
Postradas sobre la bruma herida
Mojadas por aquel llanto
Empapadas de la luz de agua
Que con pena había llorado
Aquel cielo violáceo.
y comenta
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[De Historia y de Filosofía. Cursé hace años y, como ya era una pasión que sentía –entre otras muchas: “literatura, cine y viajar especialmente”- desde niño, tuve suerte y pude acabar la carrera, aunque las pasé canutas. A veces disfruto contando a mis alumnos anécdotas históricas con fondo apócrifo, y reímos de los lindo. Sobre Agrippina, madre de Nerón, ¡uff!, llevé a cabo toda una especie de tesis, más larga que un día sin pan, resultante de un “estudio sobre el Complejo de Edipo” Menudo personaje, y como arpía para el relato resultaba ideal el nombre. En cuanto a Errico Malatesta el gran anarquista subversivo lo elegí porque me pareció divertido convertirlo en padre de Agrippina por aquello de que la emancipación individual no es posible sin la emancipación colectiva, mediante la solidaridad “de quitar de en medio, esta vez en nombre del honor, a quien haga falta”, pero así, muy siciliano, jeje. Te dejo arriba un pequeño relato histórico en plan disparatado. Mis alumnos disfrutaron con su lectura]... Y de tu cielo violáceo, sigo a tu lluvia magnetizadora, y a ese espacio luminoso, como sonámbulo que deambula y acepta las fantasías que quiera. Y que no cree pensar, tan sólo tener sensaciones. De la tierra a las estrellas, de las estrellas a la tierra, un balanceo de ensueños, enjaulado, como tú dices, en el espacio intangible de la gloria de la mañana. Un vaivén de placer frente a la Naturaleza, una transmisión de imágenes relucientes: ¿tal vez estrellas extraviadas?... Y un intercambio continuo, quizás desordenado, pero poblado de hermosa fantasía y colmado de aspiraciones. Cielo violáceo, luz que se desparrama, agua sollozante, y por tanto una sustancia intermediaria fascinante entre el mundo y nosotros. (¡Jo! Perdona el rollo especulativo) – Buenas noches y un abrazo amigo bú- Stavros-