


Se da por supuesto, que ir a verla debería constituir un placer, pero si tienes opción de hacerlo a media semana valdrá la pena que lo hagas.
Ésta es la historia de alguien, una parejita, que no pudo o no quiso, y un sábado de invierno se encaminó hacia una de esas salas multicines que tanto abundan hoy en el centro de las grandes urbes.
En estos casos se suele cenar primero y luego dirigirse al cine, pero en algunas salas es posible coger antes la entrada, nuestra parejita en cuestión ha podido seleccionar una de esta salas y así evitar algunas malas experiencias de otras veces, sin embargo, les hubiera gustado tener butacas numeradas... no pudo ser... Deberán ser muy rápidos cenando si no quieren ver la película en primera fila (les recordamos, a aquellos afortunados que acostumbran a ir al teatro, que en el cine, a diferencia de este, las primeras filas son las peores), por ello buscan un restaurante no demasiado alejado. El problema estriba en que todos aquellos que pasaron por taquilla en el Multicine buscan ahora donde cenar; como conclusión: se masifican los bares y restaurantes del entorno. Acabas por cenar mal y a la carrera.
-¡Camarero, por favor, la cuenta!...
Y media hora después, cuando ya supones que está empezando la película, te encuentras frente a la caja central haciendo cola para pagar la desastrosa cena. Afortunadamente, cuando llegas a la sala cinematográfica aún aparece en la pantalla una bella señorita en bikini explicando porque el pacharán Pichirichi sabe a arándanos de verdad, sin embargo, toca sentarse en tercera fila... listos para la tortícolis. Tal vez piense que de estar numerados los asientos la cosa hubiera podido ir mejor, pero por lo general, en estos casos extremos, un grupo de desarrapados se apropian de las plazas reservadas y difícilmente el personal de la sala vendrá a desalojarlos.
Empieza la proyección... es un decir, los últimos en pagar las cuentas de los restaurantes se pasean por tu ángulo de visión hasta más allá del primer cuarto de hora y la cosa puede ser peor si alguno de los ya acomodados empieza a protestar elevando la voz y se enzarza en una discusión desproporcionada con alguno de los que llegan.
Bueno... estas en tercera fila... pero esto también tiene una cosa buena: como tienes la pantalla tan elevada frente a tí, el cabezón del vecino de la segunda fila no puede taparte la visión. Aunque... también hay algo malo asociado: el desaprensivo de atrás, con el fin de evitar su dolor de cuello se estira en su asiento y te clava reiteradamente sus rodillas en la parte posterior de tu butaca... ¿Terminarás protestando?... posiblemente todavía no.
A los 30 minutos de proyección, la película resulta ser un tostón, los bostezos dominan por doquier, pero el grupete de atrás se lo pasa pipa, no para de reírse y sisear, y tú te mosqueas, pero no encuentras razones para decir nada.
45 minutos de proyección... Emiliano, así se llama el larguirucho pesado de la butaca de atrás, ha tenido un acceso de tos, después de tanto reírse, y te ha llenado el pelo de capellanes... a partir de ese momento cada carcajada, cada movimiento, cada siseo, producen un cierto revuelco en tus tripas... no sabes lo que puedes aguantar...
70 minutos de proyección: un nuevo acceso de tos de Emiliano desencadena un proceso de convulsiones en tu estomago... esta a punto de sobrevenirte una arcada... aguantas... decides evitar males mayores y te giras para llamar la atención a ese vecino posterior... sin embargo... una arcada... en f
y comenta
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¡Que asco!¡Guac! Creo que a Emiliano no le caerá de humor el texto. Ciao.
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Este año la historia de Navidad no es exactamente un cuento. Dada la situación que nos rodea he preferido dar un mensaje de esperanza extraído de las palabras de muchas personas que podrían ser sabias si el sistema les dejara. En el texto hay muchas afirmaciones, pero aún así me gustaría que cada uno lo pudiera entender a su manera, porque la luz de la que hablo no puede ni ser igual para todos salvo en lo que a esperanza se refiere. ¡Feliz Navidad a todos!
Esta dramática historia es, desgraciadamente, una realidad de los tiempos que nos han tocado vivir. Sin embargo, entre todos, podemos hacer que todo sea diferente. La diferencia es lo que convierte a esta historia en un cuento para felicitar a todos el Año Nuevo. Feliz 2012 a todos.
Cuento de Navidad inspirado en el relato de Henry van Dyke con el mismo título. Con él paso a desearos a todos una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo (en la medida de lo posible). Un abrazo a todos.
Hacia finales de los sesenta y durante los setenta, hubo algunos locales donde se juntaban los jóvenes con algún tipo de afición (por ejemplo la literaria). Locales que con el tiempo, en su mayoría desaparecieron o pasaron a ser bares musicales. Durante los ochenta fueron substituidos por los centros culturales o casales. Este relato es un instante de uno de esos locales ya a finales de los setenta.
Un recorrido por las razones de escribir, por mi descubrimiento de "Tus Relatos" en (espero) un homenaje a Gonzalo por crear este espacio.


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Criticarlo todo pero de forma constructiva. Las ciencias, no en vano estudié ciencias químicas... en fin que no soy de letras, espero que sepáis perdonarme.