


15 Abril, 1985
No era tanta la expectación, ni la ilusión, sino la necesidad.
Necesidad de finalizar algo que empezaría a mis dieciocho años de edad.
Recuerdo que estaba nerviosa, ansiosa, decidida pero insegura, feliz y aterrada, recuerdo tener más de mil sentimientos cruzados, eso era lo que faltaba en mi vida; sentir ser de nuevo adolescente.
Hacía aproximadamente nueve años que no veía al amor de mi vida, mi sueño de juventud se vio atascado por el inicio en la universidad, otra ciudad y un mar se interponían en nuestra relación, en nuestro amor.
No hubo un día que no pensé en él, ¿Era más importante la vida personal o la profesional? ¿Habría funcionado a distancia? ¿Se habrá casado o tenido hijos? Me preguntaba mientras tomaba el primer vino para relajarme antes de mi cita.
Por fin llegué al restaurante, distinguido y refinado que Julián había elegido. Un maitre elegante me recibió, amablemente me comunicaba que mi pareja ya había llegado, intenté buscarle entre la multitud intentando reconocerle mientras el especializado camarero me acompañaba a mi mesa, pero de repente el me encontró a mí, se levantó y me saludó con dos besos en la mejilla, a continuación señaló la silla invitándome a tomar asiento. Estaba impresionada, Julián, el chico malo y tatuado del instituto se había convertido en un médico de prestigio, exitoso y elegante.
-¡Se me hace raro verte así!- exclamé – no habría pensado que serías médico.
-Bueno… tú te fuiste a estudiar también, decías que querías ser alguien y yo también quise serlo después, por eso hice la mejor carrera; medicina.
-Que conste que a veces me arrepiento de la decisión que tomé, podría haber estudiado lo mismo en esta ciudad.
-Lo hecho está hecho, sabía que nos volveríamos a encontrar y cuando lo hiciéramos quería ser lo suficientemente bueno para ti.
El vino se vaciaba y nuestra tensión sexual crecía cada segundo más, no era tanta la expectación sino la necesidad de terminar algo que empezamos en el instituto.
15 Abril, 2015
Son las 2:00 de la madrugada y nosotros todavía estamos aquí, tirados en el suelo sobre una manta de franela, unas velas alrededor nos iluminan, dos botellas de vino tinto vacías y dos cajas de pizza que hemos pedido a domicilio yacen sobre la mesa. Nuestros hijos duermen y mañana tenemos el día libre. Hemos hecho el amor apasionados, exaltados, ardientes y desenfrenados, borrachos y acalorados.
Éste es el momento después del éxtasis, estamos desnudos, Julián abre otro Rioja y me sirve, suelta la botella en el suelo y vuelve a besarme lentamente mientras posa su mano en mi cintura, de repente el mundo se para, y con él, el reloj, brindamos diciéndonos cuanto nos amamos, prometiéndonos amor hasta la eternidad y es cuando Julián dice:
-Feliz aniversario mujer de mi vida.
y comenta
-
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