


Aventuras, barcos, hogares vacíos. Animales en la proa del barco anhelantes de música.
Una casa. Un hogar sin guitarra está vacío. Lo confirmo, lo digo. Lo juro a la bandera de los que cayeron del cielo para vérselas con la realidad. Deben oírse las risas, junto a los acordes que llenan la habitación, que suenan sin vergüenza alguna. Retumbando. Sonando para quedarse. Resonando para salir de la caja hueca de la que nacieron una vez. Por la que, vibrando, llegaron a ser algo real y tangible.
Sería en el bosque donde sonó por primera vez. Adormeciendo a las aves, atormentando a las rocas, despertándose de su pétreo sueño diurno. Pero sería en una alta torre donde florecería su cometido. Cuando humedeció los ojos a una estatua de mármol levantino: carmesí pasión que arranca acordes en soledad.
Pero una buena guitarra va con amigos. Ukeleles, melódicas, cajas chinas y timbales. Una batidora musical que encaja hasta el amanecer.
Como un gatito, subido a lo alto de un barco. Con miedo, temblando de emoción y duda agarra de nuevo su musa. Una dama dañada, un miembro menos: con cinco cuerdas. Tañen sus arpegios, modificados, endulzando el aire. El sol mira envidioso, sin manos con las que tocar. Sin nada con qué poder vengarse de mí.
y comenta
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Me encantó leer tu original historia. Me ha causado muy buena impresión la forma en que a desarrollaste. Continúa escribiendo y compartiendo. Un abrazo.Fantástico. Muy bueno. Saludos Marcial
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En un tren, un autobús, en medio de un parque. Aquel que no admite lo que ha ocurrido acaba explotando a través de la peor de las iras. Aquí va este microrrelato.
Alguien estudia en una biblioteca, eres tú. Alguien viene, no es nadie. No tiene nombre, sexo, edad o forma. Nadie aquí lo tiene. Son dos seres sin rostro, no son nadie. Sois tú y tu pasado.
Hoy toca un relato sobre un turista peculiar. Un tipo exigente con problemas para dormir.
Aventuras, barcos, hogares vacíos. Animales en la proa del barco anhelantes de música.
En una tarde a principios de otoño entró una mosca, refugiándose del frío, ultimando sus últimas horas en la Tierra. Soñando con ser humana. Aquí os va, no le prestéis mucha atención.
Recibió una noticia mientras trabajaba, una noticia directa y clara: Miguel no despertó ese día. Murió mientras dormía. Un ataque al corazón mientras estaba en observación. Siempre había tenido problemas cardíacos, sabía que este momento llegaría. Pero Miguel no tenía ni diez años. No sabía cómo encajar esto. Lucía decidió salir del trabajo antes de tiempo.
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