


Una nueva víctima, una muesca en la culata y otra mentira de un oscuro protagonista mujeriego, una visión oscura de Juan Tenorio a la vez que reflexiva.
Se sentó en la cama, el cigarrillo en la comisura de sus secos labios, rotos y deserticos los cuales solo saboreaban el gusto de la amargura y de la perdición, pese a todo lo que comía y bebía, pese a los besos que arrastraban almas al infierno al que él ya había aceptado como futuro hogar... Todas esas cosas no tenían un sabor distinto a lo que sus labios sostenían, a ese ticket de cancer. Para él todo lo que vivía no eran más que rapidas imagenes, oscuras ilusiones y sombras danzantes y cantantes, eran ceniza en su cenicero, eran quemadura en sus insensibles labios, eran indiferencia en su hueco en el pecho, eran cicatrices en un cadaver, historias que se perderían, cosas que iban y venían, leyendas que merecían ser contadas, pero que el tatuaba en sus pomulos a base de lágrimas. Escribía versos con su lengua en el cuerpo de todas las que pasaban por su campo de batalla, trazaba los margenes con las caricias siempre oscuras y oscurecía almas con mentiras susurradas lugrebe y a la vez sensualmenteal oido de esos angeles inocentes a los que él personalmente desplumaba a base de miradas y sonrisas vacías que casi le daba ganas de vomitar, ya que con cada una de ellas encendia otro fuego en su infierno, disparaba de nuevo la pistola en su sien, la cual aun agujereada seguía castigandole con el látigo del instinto y sazonaba sus heridas con la sal de su moral. La vida era un teatro, sus frases un guión que no dejaba de repetirse y su mente un grito que pedía libertad ante ese pacto con el diablo, ante esa maldita bendición, ante ese parasitismo que guiaba su vida. Encendió el cigarrillo, la calada saturo sus pulmones, y el humo comenzó su baile mientras se abría la puerta. Otra alma le esperaba,se acercaba hacia él, una silfide, inocente delicada y a la vez animal, presa de sus malas ideas... Él iba tejiendo cada palabra mientras cada paso de esos descalzos pies se acercaba, el fin se acercaba, la perdición era inevitable, la solución era un secreto que ella no quería conocer y que él identificaba con el sordo impacto del martillo sobre la bala, el grito de la pólvora... Se levantó, con el humo residente en su pecho, el cigarro en la mesilla, y ella se inclino lentamente hasta que sus labios se juntaron. Liberó la esencia del cigarrillo en ese beso y ella se estremeció junto con el mundo, su piel totalmente de gallina. Al separarse con un alo gris entre sus labios ella la miro atónita, "eres increible" "osea que a eso saben tus besos..." acompañando a la sonrisa, inconsciente de que era la presa, de que la mira ya estaba fija en su corazón, y procedió al disparo: "bienvenida a mi infierno" finalizando con una sonrisa que precedia a una noche de pasión y que finalizaría con promesas de para siempre que volarían efimeras ya que nunca volvería a verle.
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Hace tiempo que no publico porque los orígenes de todo esto se han vuelto turbios y conflictivos. Supongo que es porque soy un victimista que solo mira por su ombligo, aunque yo creía que solo era un bocazas. Un abrazo y suerte, espero que sigas igual y no te cuides, nos veremos en el infierno, entonces hablaremos.
Si no fuese por los suicidas y depresivos las farmacéuticas se irían a la mierda. Brindis por ello.
“El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen”. Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos
Perdona por la falta de valor para no decirte esto cuando debí. Pero ya te dije que solo tu pudiste sacarme eso que me destruye y que me hace tan nostálgico, feliz, catastrófico, simplemente humano. Esto es para ti, Patri R.R.
Si no perdemos la cabeza por nuestros sueños, no sé qué razón habría para soñar.