


Como un jinete a la deriva, en medio de una sabana de libros y palabras, que se evaporan del dicho al hecho, me propongo nuevamente vagabundear.
Sin duda es duro el camino
de la práctica a la teoría.
Pero no envidio a aquellos,
que tienen que hacerlo
en el sentido contrario.
El camino es el camino.
Como un jinete a la deriva,
en medio de una sabana
de libros y palabras,
que se evaporan
del dicho al hecho,
del hecho al dicho,
me propongo nuevamente
vagabundear.
Pero esta vez,
el vagabundeo
es diferente.
Ya no me pelearé con ramas,
árboles,
sonidos, dialectos,
colores,
costumbres,
señales ni bichos.
Ahora la lucha se (des)arrolla
entre libros, teorías, discursos,
anteojos y salas con micrófonos.
Es una lucha en la distancia.
Una lucha de trasfondo,
pero anclada en el recuerdo
y en el esmero de vomitar,
sobre el papel,
lo que no puede caer
en el olvido.
Guardo ese pedacito de tierra,
en la esquina de la mesa
donde escribo,
para que en los descubrimientos
no se silencie al guerrero.
Pero el África en mi memoria,
en mis entrañas,
no puede silenciar ni al guerrero
ni al poeta dejar vagabundear
en busca de un pedacito de tierra.
No te olvides,
No te olvides
de que no eres,
lo que no decidiste.
No te olvides
de que al nacer,
ya fuiste,
fuiste victima de expectativas.
Expectativas,
que no eran tuyas.
No te olvides que no eres,
ni una resta ni una suma.
No te olvides de lo que llevas,
de esas miradas recogidas,
de esos sonidos y silencios,
que no caerán en el olvido.
De esas olas de recuerdos,
de ellos,
que no compartes ni con los amigos.
No por que duela,
no por que muera,
te susurro esta noche,
sin dolor ni reproches.
A tu oído,
o al aire,
con público,
o en la distancia.
Qué el tiempo pasa,
que la lluvia cesa,
que ha habido huracanes,
o días de marea baja.
Pero aun cuando
deja de llover,
sigue lloviendo
bajo los árboles.
¡Qué no me lea nadie!
No quiero llamadas,
cumplidos,
felicitaciones.
Hoy tengo un propósito,
un simple deseo,
y es caer yo en el olvido.
Sin guardar,
ningún recuerdo.
Pero cuidado,
No estaré sola.
El limbo del olvido
está plagado
de otros tantos
y tantas como yo.
Está plagado
de intenciones,
de deseos,
de sueños olvidados,
de personas inapercibidas,
de épocas
en las que unos creen
y de utopías no realizadas.
Me uno a todos esos sin techo,
a todos aquellos por los que nadie
dio un centavo en su momento.
Cierro la puerta,
No respondo al teléfono.
Quemo mis textos.
Cierro los ojos.
Y duermo.
No pierdas el tiempo.
No leas esto.
No soy un genio,
no quiero serlo.
De nada me sirve.
En este mundo de necios,
quiero silencio
y no dejar recuerdos.
Mi lucha está con esos,
con todos los que lucharon,
y perdieron los deseos
en el intento.
Lo perdieron todo
al no tocar el cielo,
al no dejar un texto.
y comenta
-
Me encantó!.¡Qué hermoso poema! Me ha gustado mucho y estoy de acuerdo contigo, no somos ni una resta ni una suma, somos personas completas. Ya veo que te gusta Benedetti, a mí también.
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