


-...algún día vendrás a mi... - el Vacío la rondaba endiosado. Sabía que no era fuerte. ... -Eso no ocurrirá -le respondió ella, segura, pero si se da el caso, si llega a ocurrir, puedes llevarme contigo...
Sus retinas siguen fijas en el cristal, inmóviles, como ella, tumbada de lado sobre la cama, frágil como una estatua de arcilla que yace anclada en su pedestal.
La mirada perdida en el palmo de ventana sin persiana.
No podía soportar esa luz, pero ahora, en realidad le es indiferente. Sabe que si en su mente se convierte en piedra no sentirá nada, ni frio ni calor, ni dolor, ni miedo.
Respira despacio, pero el corazón le va a mil y no consigue disminuir sus acelerados latidos.
Detrás del cristal no hay nada, solo el Vacío. Esperando.
Son viejos conocidos, aunque siempre consiguió evitarlo.
Nota la humedad en la almohada bajo su mejilla y se da cuenta de que en realidad no hay otro camino porque el inicio del final ya había comenzado sin que se diera cuenta.
Su cuerpo se levanta de la cama, siente el calor de la madera en las plantas de sus pies descalzos mientras la llevan a correr la cortina de color blanco roto; "roto", piensa en su estado impávido, "qué color más oportuno".
Las puertas del armario tiemblan para evitar su paso pero las llaves que las custodian las mantienen cerradas. Las libélulas de la lámpara emplomada cierran sus alas sobre sus ojos rojos en un intento de evadirse de lo que va a suceder.
Pone su mano en la puerta y gira el frío agarrador. Solo aspira a conseguir no pensar. La ventana se abre solo una rendija por la que una brisa se introduce con brío. En un instante el Vacío se cuela también en la habitación, envuelve a la mujer, y por contra de lo que éste pensaba, no encuentra en ella resistencia. Ambos se disuelven en un instante en el amargo aire del cuarto, aún cargado de tristeza.
En la solitaria habitación sólo la almohada ha sido testigo de la ejecución de ese abyecto acto, de esos ojos negros imperturbables rindiéndose por fin al Vacío infame.
y comenta
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Un terror que nos acompaña de vez en cuando un saludoClaro que las emociones y los instintos forman parte de la naturaleza humana, pero abundan los malos más que los buenos. Y dichas emociones deben de encarrilarse en la razón que es lo normal y no subirlos en un pedestal, porque ahora estamos instalados en el cachondeo y en la ñoña estupidez como libertad de expresión. No me gusta nada cómo se vive hoy en día. He estado escuchando por Internet a una catedrática de Ética y de Filosofía llamada Victoria Camps sobre las emociones, y ví que yo concidía mucho con lo que decía ella.Un relato estremecedo que me ha sorprendido muy gratamente. El Vacío que se abre en la protagonista es lo que muchos hemos sentido en varias ocasiones. Eres una autora creativa en toda regla, nena. Debes de disculparme por haber tardado en leeerte, pero es que he tenido problemas con el ordenador. Ya sé que eres una entusiasta de la tecnología que èsta que está muy bien, pero también es un coñazo con las cosas que surgen de vez en cuando.Invitados a leerme bonito Saludos (:Memorias de un momento de cordura... O no... Bien descrito y dirigido. Yo no lo habría hecho mejor. Besos como soles queridaSiempre es un gusto leerte, Serendipityme dio miedo.....