


Título original: 'En la taberna de Jimmy, Marylin Monroe apuesta por España'.
En la taberna de Jimmy, Marylin Monroe apuesta por España
Muy cerca de Times Square, el lugar más loco de Nueva York, te puedes tomar una birra por tres dólares (algo insólito en el resto de Gotham City). Pero además de empinar el codo a un precio razonable, el hecho de adentrarse en este bareto oscuro y poco glamuroso tiene el valor añadido (por si eso ya fuera poco) de que es un local con aire a boxeo añejo. Y puro. Porque en Jimmy’s Corner, la taberna de Jimmy, los carteles y fotografías de púgiles en blanco y negro no son el único certificado de autenticidad. El propio Jimmy, octogenario ya, rememora sus años de pegaleches en los años 50 y entrenador de revientacaras en las décadas siguientes. Y lo hace tras la barra, sirviendo pintas, cerca de su instantánea con Muhahmad Alí.
Todo esto es realidad, certeza indudable. De lo siguiente ya no estoy tan seguro, aunque quiero creer que sí. Estuve en la taberna de Jimmy días atrás, junto a mi musa Mari, quien renunció a la cerveza por tomarse la típica bebida con cola que en Nueva York sabe a líquido aguado, como el café. Será por eso que ella no vio lo que yo sí aprecié cuando, engullida la cañeja, me entretuve observando un cartel original del mítico combate entre Joe Frazier y Muhhamad Alí, aquel 8 de marzo de 1971, en el Madison Square Garden. En un momento dado, el blanco y negro se transformó en color y calor. Ardió, como la zarza, y de él salió una hembra celestial: Marylin Monroe.
Vestida de blanco, mirándome fijamente mientras suspiraba como si acabara de yacer con un jugador de béisbol, un intelectual o un presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, dijo así: “Tranquilo, chavalote, que España ganará la Eurocopa y logrará el Triplete Mágico que jamás olvidarás. De paso, callará la bocaza de los ingratos que en tu país, en el fondo, no pueden soportar una concatenación de logros deportivos. El ansia destructiva acaba saliendo siempre en vuestra raza. Aunque por esta vez, te lo aseguro, os toca levantar la plateada al cielo. Enhorabuena, hombretón. Te besaría, pero veo que vienes acompañado de tu mujer y no creo que sea acertado. Con aguantar a Jaqueline Kennedy, u Onassis, según le dé, ya tengo bastante. Ciao”.
Boqueé por un par de segundos, mirando el fondo desierto de la jarra de cerveza. Por un instante dudé si era sueño o certeza. En ese momento, miré a Jimmy, abrazado tras la barra a una doble de Audrey Hepburn, y sonreí. ¡Vamos, España!
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
http://blogs.periodistadigital.com/lahoradelaverdad.php/2012/06/26/en-la-taberna-de-jimmy-marylin-monroe-ap
y comenta
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Conquense y madrileño, licenciado en Historia y Periodismo, ejerzo este último. Libertario y comunitarista, voto al @Partido_Decente. Mi pasión es escribir.