


Esto sucedió.
Tengo nueve años y tengo un amigo, Mickey Pellacy, cuyos parientes están cayendo uno a uno por la tisis galopante. Mickey me da envidia, pues siempre que se muere alguien de su familia le dan una semana de permiso en la escuela y su madre le cose un rombo negro en la manga para que pueda ir de callejón en callejón y de calle en calle y la gente sepa que está de luto y le den palmaditas en la cabeza y dinero y dulces para consolarlo en su dolor.
Pero este verano Mickey está preocupado. Su hermana Brenda se está consumiendo de tisis, y sólo estamos en agosto, y si se muere antes de septiembre no le darán una semana de permiso en la escuela porque a uno no le pueden dar una semana de permiso en la escuela durante las vacaciones. Viene a vernos a Billy Campbell y a mí y nos pide que vayamos a la iglesia de San José, que está a la vuelta de la esquina, a rezar pidiendo que Brenda aguante hasta septiembre.
- ¿Qué ganamos nosotros con ir a rezar a la vuelta de la esquina, Mickey?
- Bueno, si Brenda aguanta y a mí me dan la semana de permiso podréis venir al velatorio y habrá jamón, y queso, y bollos, y jerez, y gaseosa, y de todo, y podréis escuchar las canciones y los cuentos toda la noche.
¿Quién podría rechazar eso? Nada como un velatorio para pasar un buen rato. Nos llegamos de una carrera a la iglesia, donde hay imágenes del propio San José y también del Sagrado Corazón de Jesús, de la Virgen María y de Santa Teresita del Niño Jesús, la Florecilla. Yo rezo a la Florecilla, porque también ella murió de tisis y lo entenderá.
Una de nuestras oraciones debió de tener fuerza, porque Brenda sigue viva y no se muere hasta el segundo día de clase. Decimos a Mickey que lo acompañamos en el sentimiento, pero él está encantado con su semana de permiso y le ponen el rombo negro que le hará ganar dinero y dulces.
A mí se me hace la boca agua pensando en el banquete que nos daremos en el velatorio de Brenda. Billy llama a la puerta y sale a abrir la tía de Mickey.
- ¿Qué queréis?
- Hemos venido a rezar por Brenda, y Mickey nos ha invitado a venir al velatorio.
- ¡Mickey! - grita ella.
- ¿Qué?
- Ven aquí. ¿Has invitado tú a esta pandilla al velatorio de tu hermana?
- No.
- Pero, Mickey, nos lo prometiste...
Ella nos cierra la puerta en las narices. Nos quedamos sin saber qué hacer, hasta que BillyCampbell dice:
- Vamos a volver a San José y rezaremos pidiendo que a partir de ahora todos los de la familia de Mickey Spellacy se mueran en pleno verano y a él no le den ni un día de permiso en la escuela durante el resto de su vida.
Una de esas oraciones tuvo fuerza, sin duda, porque en el verano siguiente la tisis galopante se lleva al propio Mickey, y no le dan ni un día de permiso en la escuela, y así seguro que aprende.
y comenta
-
Ahora sos irlandés, Verde? Y tenés 88 años? Y te llamás Frank? Ya no tiene gracia.El juego ha perdido sentido. Tienes que sacar conclusiones ya, si es que las tienes.
-
Ni disimulo, me habéis pillado. Disfrutad este relato de un maestro. Mi próximo texto explicará sobre esta cuenta.
Al cabo de una interminable espera, cuando la esperanza comenzaba ya a morir, Giovanni regresó a casa. Todavía no habían dado las dos, su madre estaba quitando la mesa, era un día gris de marzo y volaban las cornejas.