


Olvidé decirte que no lograría nunca soportar tu adiós.
También olvidé quizás por el apuro del día, que nunca voy a olvidar lo que me hiciste sentir entre tantas sábanas de tela, o de seda; el hombre más dichoso de todos, el único hombre que tenía la dicha de observarte desnuda y dormida a totalidad de mi pecho. De probar tus labios aún con sabor a café.
Olvidé, quizás por el apuro del día, decirte que aunque el tiempo siga corriendo espero pacientemente que el destino alguna tarde vuelva a traerte, quisiera decirte que aún conservo tu aroma en mis camisas, las que te colocabas después de mostrarme el cielo, la luna y las estrellas que aún nadie conoce. Te extraño, también quería que lo supieras.
Entre tantos colores que la naturaleza me ofrece aún no logro conseguir el que llevabas enraizado en el iris, entre tantos lugares que éste planeta me ofrece, aún no logro conseguir uno mejor que el lugar donde siempre te encontraba. Olvide decirte, niña, que las palabras que algún día me dijiste al oído hoy son fantasmas que vuelan sobre mi almohada.
Olvidé decirtelo, pero...
Nunca dejé de quererte, olvidé pedirte perdón, también debí quedarme en silencio.
Debí besarte más, abrazarte más, decirte en más ocasiones que mi mundo terminaría por caerse a pedazos si algún día decidieras no volver nunca más
Pero no fuiste tú quien decidió.
Y ahora soy yo quien hoy ve derramar su vida.
...
Espero poder verte pronto, aunque ello signifique mi ausencia. Anhelo volver a verte, niña.
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Un bonito relato que transmite dulces sentimientos. Me ha gustado. Enhorabuena.Bellos sentimiento muy bien trasladados al papelMuy bueno Andrés. SaludosMuy bueno, Andrés.