


Parir por el culo y el hombre embarazado (aviso, relato no erótico)
Reflexiones |
13.03.08
Sinopsis
Y el hombre, con pene y pelos en el pecho, se quedó embarazado. Parió por el culo.
Nadie lo esperaba, ni si quiera podía sospecharlo la criatura más audaz de la tierra. El hombre, el dominante desde los tiempos remotos, el que vivía en la colina, gestó un hermoso niño en sus entrañas.
El de la colina pensaba: -saldrá muy feo, tal vez no tenga brazos, y, además, será ciego- solía apostillar. Es cierto, su aspecto físico no invitaba al optimismo, ni su interior, un alma putrefacta. Una boca estéril que hacía al menos unos cuatrocientos años que no despegaba los labios. Aquella farsa no podía salir bien.
Por lo demás no había de que preocuparse, las cosas allí eran de una naturaleza especial. Es cierto, como una selva, atesoraba la colina auténticas maravillas. Destaco por su elegancia, el piojo con sombrero, y vaya sombrero el del piojo, la envidia de todos los gentleman.
Bien, abajo todo ocurría con normalidad, sin demasiados cambios y sin demasiada alegría. Las personas seguían fornicando después de discutir, algunos seguían hundiendo sus dedos con el fin de atravesar la mierda, y, en nombre de la guerra, apuntaban con el índice a algún lugar. De fondo suena un himno bélico. Es necesario algún pretexto para poder asesinar, una falange untada de excremento es argumento suficiente.
Y otra vez a la colina, en esta historia el viejo parirá en breve. Fue al lavabo y se miró al espejo. -menuda barriga- dijo - tal vez deba dejar la cerveza y hacer un poco de ejercicio- Quiero resaltar aquí la poca importancia que le daba el simio a su embarazo. Él lo sabía, desde el primer día supo que en su interior se estaba cociendo algo, pero a veces lo olvidaba.
Entró una cabra a la casa, como si fuese el arcángel Gabriel, llevaba una buena noticia a su despreciable dueño. El hombre, al verla, se quedó pasmado, sus cabras nunca habían sido demasiado osadas. Esta vez, no solo entró a su casa sino que tuvo la desvergüenza de hablarle. Le anunció que, por designios divinos, había sido escogido para dar a luz a un niño, portador de amor y sabiduría para todos los hombres de la tierra. -¡Vete, no entres al lavabo, no eres digna! ¿ahora me vienes a decir que daré a luz a un niño?, ¿me has visto? Estoy apunto de parir, ¡vete y no vuelvas!. Cuando desaparezcas me preocuparé por ti, si es necesario abandonaré a las otras cabras para buscarte. Por ahora vete, sobras-
La cabra salió poco convencida.
Al cabo de un rato parió, sentado en el retrete. Es la historia de un hombre embarazado. El niño es hermoso. Luce ahora, por el campo, su melena rubia y su cuerpo de Adonis. Él es feliz. Su padre lo mira y no comprende nada. Allí abajo todo sigue igual.
Nadie lo esperaba, ni si quiera podía sospecharlo la criatura más audaz de la tierra. El hombre, el dominante desde los tiempos remotos, el que vivía en la colina, gestó un hermoso niño en sus entrañas.
El de la colina pensaba: -saldrá muy feo, tal vez no tenga brazos, y, además, será ciego- solía apostillar. Es cierto, su aspecto físico no invitaba al optimismo, ni su interior, un alma putrefacta. Una boca estéril que hacía al menos unos cuatrocientos años que no despegaba los labios. Aquella farsa no podía salir bien.
Por lo demás no había de que preocuparse, las cosas allí eran de una naturaleza especial. Es cierto, como una selva, atesoraba la colina auténticas maravillas. Destaco por su elegancia, el piojo con sombrero, y vaya sombrero el del piojo, la envidia de todos los gentleman.
Bien, abajo todo ocurría con normalidad, sin demasiados cambios y sin demasiada alegría. Las personas seguían fornicando después de discutir, algunos seguían hundiendo sus dedos con el fin de atravesar la mierda, y, en nombre de la guerra, apuntaban con el índice a algún lugar. De fondo suena un himno bélico. Es necesario algún pretexto para poder asesinar, una falange untada de excremento es argumento suficiente.
Y otra vez a la colina, en esta historia el viejo parirá en breve. Fue al lavabo y se miró al espejo. -menuda barriga- dijo - tal vez deba dejar la cerveza y hacer un poco de ejercicio- Quiero resaltar aquí la poca importancia que le daba el simio a su embarazo. Él lo sabía, desde el primer día supo que en su interior se estaba cociendo algo, pero a veces lo olvidaba.
Entró una cabra a la casa, como si fuese el arcángel Gabriel, llevaba una buena noticia a su despreciable dueño. El hombre, al verla, se quedó pasmado, sus cabras nunca habían sido demasiado osadas. Esta vez, no solo entró a su casa sino que tuvo la desvergüenza de hablarle. Le anunció que, por designios divinos, había sido escogido para dar a luz a un niño, portador de amor y sabiduría para todos los hombres de la tierra. -¡Vete, no entres al lavabo, no eres digna! ¿ahora me vienes a decir que daré a luz a un niño?, ¿me has visto? Estoy apunto de parir, ¡vete y no vuelvas!. Cuando desaparezcas me preocuparé por ti, si es necesario abandonaré a las otras cabras para buscarte. Por ahora vete, sobras-
La cabra salió poco convencida.
Al cabo de un rato parió, sentado en el retrete. Es la historia de un hombre embarazado. El niño es hermoso. Luce ahora, por el campo, su melena rubia y su cuerpo de Adonis. Él es feliz. Su padre lo mira y no comprende nada. Allí abajo todo sigue igual.
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bueno, si tus pausas consiguen historias tan buenas, vienvenidas sean.Una terrible y genial ironía.Original de verdad. Un saludoA esto me refiero con narración clásica ^o^.Original y cínico a raudales. Alto nivel. Sabes manejar las letras mucho mejor que la mayoría de los que intercambian amiguismos, flores y lisonjas con sus textos insulsos por esta web. Felicidades.No sé que decir. Imaginación no te falta. Un fenómeno.
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Quiero que te conviertas en mí, que puedas deslizar tus manos sobre el vacío y que su tacto, parecido al de las alas de una colosal mariposa, te recuerde al sabor de mi aliento
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