


Un regalo para mi mujer en nuestro decimoséptimo aniversario de boda.
Se nubla el cielo sobre nuestro amor
para poder darle el color que escojamos,
en sintonía con lo que nos dicta el corazón
para cada momento mágico que vivamos:
Rojo intenso para la eterna pasión.
Verde esmeralda para la buscada esperanza.
Rosa coral para el colofón de la emoción.
Y violeta tristón para la cruel añoranza.
Aquella por sentir lejos el corazón querido
que no palpita al ritmo continuo y vivo
de la nobleza del amor compartido.
Se vuelve insípido y vacío el terreno
baldío a los ojos del amante prometido.
Una paleta multicolor en nuestras manos
junto al pincel del amor matusaleno
que durante siglos ha perdurado
al paso de los años más mundanos.
Coloreemos nuestro lienzo peregrino
en búsqueda de colores nuevos
haciendo crecer el bello compromiso
con firmes y elaborados trazos
que hace diecisiete inviernos comenzamos
pintando para siempre este bello retablo.
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La esperanza dicen que se hizo para no olvidarla nunca, pues nunca hubo mayor esperanza que el que la busca.