


Te levantas por la mañana y...
El bullicio del tráfico matutino me despierta unos minutos antes de hacerlo el despertador. «Maldita sea, necesito dormir un par de horas más». Con dificultad abro los ojos unos instantes para volver a cerrarlos. Me estiro y bostezo.
Me siento en la cama frotándome los ojos y vuelvo a bostezar. «Va a ser un día largo».
Aún sentado, sin ganas de ponerme en marcha, paso suavemente mis dedos entre el pelo revuelto, casi como una caricia y pienso que ya es hora de pasarme por la peluquería. Debo revisar la agenda y buscar hueco para pedir cita.
Perezosamente, voy a la cocina a preparar un café. Tal vez eso ayude a despejarme y cargar pilas. Joder, me encanta el aroma del café recién hecho y disfrutar de su sabor mientras echo un vistazo al periódico en el móvil, pero hoy no puedo entretenerme. No puedo llegar tarde, hoy no.
Ya en el baño, dispuesto a asearme, bostezo una vez más antes de lavarme la cara. Es el último suspiro que puedo permitirme. No debo ni quiero parecer cansado en la que posiblemente sea la reunión más importante de mi carrera.
Me incorporo para mirarme en el espejo y comprobar si necesito afeitarme. El café no ha tenido en mí el efecto deseado porque sigo tan adormilado que no soy capaz de verme en el espejo. De nuevo, me froto los ojos. Sin embargo, mi reflejo sigue sin aparecer.
No puedo contemplar mi rostro pero seguro que estoy pálido y con el gesto totalmente desencajado. Me llena un temor más que justificado.
Quiero gritar. Intento hacerlo con todas mis fuerzas y aun así no consigo emitir ningún sonido, ni siquiera un leve quejido. Este silencio se me antoja atronador. Siento pavor.
Un movimiento rápido en la superficie del espejo muestra algo que no logro identificar. Sólo consigo ver algo que parece desplazarse de un lado a otro.
No logro moverme, estoy completamente paralizado. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
De la brillante superficie del espejo empieza a emerger una figura, contorneándose hasta convertirse en una gran sombra quebrada con largos brazos y lo que parecen unos huesudos dedos. Un grito ahogado sale de mi garganta y aquella sombra sinuosa me envuelve en un abrazo, arrastrándome hacia el espejo, hacia unas tinieblas. Hacia la nada.
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Muy buen relato, ameno y buen contado. Me atrapó tu historia. Un abrazo y continúa escribiendo.
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Relato corto narrado en primera persona sobre el primer crimen cometido por un asesino.


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Tengo unos cuantos años, unas pocas aficiones, muchas manías, algunas virtudes, diversos defectos, todos los miedos y algo que ofrecer.