Un secreto que toda mujer guarda dentro de ella.

Después de tanto tiempo no abandonabas esta costumbre, seguías tapando tu cuerpo desnudo con las sabanas después de hacer el amor, mientras apoyas tu cabeza sobre mi pecho

De una manera muy particular, solo se salvaban una de tus piernas que entrelazas con las mías y tus brazos; me costó trabajo descubrí el porqué, pero lo descubrí sin preguntar, no hay nada más hermoso que aprender algo por uno mismo.

Te miro a los ojos perdiéndome una vez más; en ese momento siento pena del resto del mundo ya que sé que la luna se encuentra bajo las sabanas, mientras las estrellas dejan de brillar apenadas por tu ausencia.

Beso la parte superior de tus labios, continuo con la parte inferior y después me introduzco lentamente en tu boca sintiéndome un explorador que se asombra cada vez de la dulzura que se esconde en tu interior.

Te tumbas sobre la cama colocando la mano sobre las sabanas que tapan tus pechos, recorro esa mano con mis besos apartándola como si fuese el candado que resguarda tu cuerpo, acaricio tu rostro sin dejar de mirarte ya que eso sería dejar de creer que eres real.

Deslizo mi dedo por tu cuello, voy bajando arrastrando las sabanas mientras voy descendiendo y quitando la cadena con forma de sabana que tapa tu cuerpo, el resto de mis dedos van acariciando tu cuerpo mientras su compañero sigue descubriendo tu desnudez.

La sabana acaba cayendo al suelo mientras contemplo tu cuerpo desnudo, contemplando como la luna se retuerce de placer, porque descubrí por qué se tapa después de hacer el amor.

Para sentir de nuevo la pasión en la otra persona cuando la desnuda, sintiéndose deseada y poseída una vez más antes de que el sol la destierre nuevamente con cada amanecer.