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Los restos más antiguos atribuidos al Homo Sapiens están datados en 315000 años. De todo este tiempo, solo una ínfima fracción del mismo hemos desarrollado cierta habilidad para el conocimiento. El cerebro humano ha evolucionado para adaptarse a su entorno, no para entenderlo.
Conocer, después de todo, implica ir hacia lo desconocido, hacia un terreno inexplorado, hacia un nuevo horizonte que se alza lejos de la llanura, un valle, un río, un continente. Conocer requiere Coraje, temeridad, valor, fortaleza, paciencia, meticulosidad y sobre todo una tremenda Voluntad de ser siempre más que uno mismo, de salir de la esfera de lo mediocre, de escapar de la vida mundana, tediosa y repetitiva que la muchedumbre alaba y defiende.
Vivir para conocer es ir en contra de la más poderosas de las corrientes, puesto que no hay nada más fuerte que una masa de seres humanos inconscientes, que revolcándose en su ignorancia y desdicha buscan destruir todo lo que se oponga a sus creencias y a sus dogmas.
Un viaje que no sabemos dónde, cuándo ni cómo terminará. Sabemos, lo único que sabemos, es que debemos emprender este viaje; conformarnos con la vida que nos vendieron equivaldría al suicidio para nosotros. Nos hemos preparado de antemano para la guerra, hemos incluso, aprendido a pelear danzando para sobrellevar nuestra soledad. Nos hemos tanteado en la oscuridad, nos hemos probado una y otra vez que este era nuestro camino, y si nos hemos infligido heridas fue para aprender a curarlas. Nuestra medicina es el fuego, aquel médico ancestro que nació con la fogata. Nuestra vida nunca estará plenamente satisfecha. Nosotros somos la flecha, que una vez lanzada, nunca se detiene ni aminora su vuelo.
Queremos demasiado, del atardecer pedimos más, el cielo a veces se torna pequeño para nosotros.
Aquel primate que hizo brotar la primera chispa de la leña, aquel hombre que se aventuró más allá de su hogar, de su tierra natal y de su planeta... Aquel ser humano que dejándolo todo, familia, amigos, techo y comodidad, y habiendo calculado su trayectoria se lanzó al abismo si miedo. Todos ellos y todas ellas son nuestros hermanos y hermanas.
Esta es nuestra vida, nuestro destino yace más lejos.
¿Qué nos importa el ostracismo, la soledad, la locura y la muerte?
Hemos ganado certeza, la adversidad es nuestra mejor amiga.
Hemos ganado un propósito, nos hemos deshecho de la basura, de los sistemas de creencia y pensamiento que nos impuso la sociedad moderna. Repito. Hemos nacido para la guerra.
Nuestra voluntad es el conocimiento.
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Escritor, especialista en marketing digital, profesor de ciencias básicas y músico aficionado. Nunca dejo de reescribir mis obras, es la ventaja de publicar en internet.