


Aroma a yerbabuena
en mi secuestro por tierras lejanas.
Abejas pidiéndose la vez
para libar la melaza
del té de las cinco.
Como en Babel,
los idiomas estallan
contando historias
en torno a una mesa auxiliar.
Atardece,
y tu recuerdo sostiene el cielo.
Fulgor en las miradas
bajo la luz tenue del candil.
La percusión hace notar su presencia
y unas mujeres me invitan a bailar.
Me enseñan una danza que no conozco
y bailamos, todas juntas.
Movimientos cómplices.
Mujeres que hablan,
que ríen, que callan...
Y todas sabedoras de su valía, zaghareet.
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