
En mi familia -profusa- apenas hay quien sepa que escribo -o que escribía, que últimamente no me prodigo mucho- y en las pocas ocasiones que he solicitado a esas pocas personas que leyeran algo mío, me he sentido como un niño que enseña un garabato a su madre y esta le dedica una recua de elogios y la mejor de las sonrisas para acto seguido apremiarle a lavarse los dientes antes de ir a la cama. O algo así...Por lo demás cuídate. Tres cigarrillos en quince minutos es una barbaridad. Te lo dice un fumador empedernido.