
El deber, el deseo y el destino del gallo Mijail.
La mirada del Exterminador se detiene mientras rebusca en su turbio pasado.
No supe tratar a tiempo aquella pústula que supuraba maldad en mi alma. Y la dejé crecer, convirtiéndome, no de la noche a la mañana, sino fruto de un lento proceso de degradación, en un ser perverso, en un malévolo actor con incipientes ideaciones homicidas
Yumei toma, con una mano, una botella de licor destilado con resinas e hierbas que él mismo recolecta y, con la otra, una cabeza de varón adulto medio putrefacta. La deja en la mecedora del porche, se sienta junto a ella en la otra mecedora y comienza a beber...