
-
Al principio vivía preguntándose qué era. ¿Por qué la tenían encerrada allí con una argolla a la cintura sujeta por cadenas? Ahora dedicaba el día placenteramente a ver la vida que le llegaba tras el resquicio.
En aquellas “vacaciones” y para mitigar el aburrimiento, nos propusimos con Doris recorrer cementerios y casas embrujadas. Estuvo frio, nublado y lloviznoso casi todo el invierno, lo que nos ofrendó un contexto perfecto para nuestras tenebrosas excursiones.
Mi derrotero por la tierra estuvo impregnado de más momentos malos que buenos, en una eterna espera del final del quinto milenio, de la llave que me permitiese aliviar el tormento. El peso de las horas me aplasta, inmisericorde, no encuentro consuelo en actividad alguna. Traspiro vejez, abatimiento e impotencia. Aún no pierdo la esperanza de que la esquiva parca venga a socorrerme. Maldigo el puto momento en que acepté el trabajito éste, el de llevar un inventario de la huella humana sobre el planeta…
Al Tito le fascinaba tomar decisiones. Así fue que comenzó a contestarle a una misma persona que sí, que no o que tal vez. Retornaba a su casa desde el trabajo por tres caminos distintos, en auto, a pie y en bicicleta. Adoptaba distintas posiciones políticas para luego estudiar sus consecuencias. Podia ser un adoctrinado integrante de la Cámpora, un adorador incondicional de Lilita Carrió o hasta un apático cultor del no te metas. Trataba de construir varios caminos y mantener esos rumbos paralelos lo más lejos posible. Estos comportamientos veleta, que para Tito eran, en el plano experimental, altamente gratificantes, para la mayoría comenzaban a ser los de un perfecto loco de atar. Al límite mismo de ser encamisado tuvo el clic mental que lo salvó del hospicio.
El pelado me preguntó cuándo comenzó la cosa. Solo sé que fue recién como a los cuatro o cinco años cuando pude elaborar un discurso mínimamente creíble y contárselo a mis viejos. Decirles que todas las noches al bajar mis parpados seguía despierto pero en otro lugar bien lejos de aquí. Irles confiando poco a poco que tenía otra vida, otros padres, otra casa, diferentes amigos. Que era todo tan vivido, tan dolorosamente real. La vida entre mis sabanas transcurre a orillas del mar de Timor en la ciudad de Darwin, Australia, una perdida región conocida como el Top End. El otro Rafa, en realidad se llama Stuart Gibsen, tiene mi misma edad, un rostro idéntico al mío pero sin barba y es flaco, atlético. El otro Rafa, a diferencia de mí, es feliz, tiene una esposa preciosa y tres ángeles de hijos. A nivel profesional hace lo que le gusta y gana buen dinero, come sano, trata de ayudar a todo el mundo y anda siempre con una sonrisita en el rostro. Es todo lo que yo no soy y quisiera ser. Su existencia en mis noches ha terminado por frustrarme tremendamente. En una época intenté asimilarlo, disfrutar sus días, compartir su dicha. Pensar en realidad que soy ese Stuart y no este patético paranaense, este infeliz diabético que para nada sirve. Trate de convencerme que mi vida real era solo una pesadilla del sonreidor, pero mientras más lo trataba, más envidia y asco me producía el otro Rafa.
El año fue el 88, o quizás principios del 89, no exijan a mi memoria datos precisos. Teníamos en FM.Capital un programa producido por Cachito Correa. Todos los domingos, comenzando al mediodía, recorríamos por el rio Paraná las costas aledañas a la capital entrerriana. Íbamos a diferentes balnearios entrevistando a la gente que buscaba refrescarse del húmedo y extenuante verano litoraleño.
—La situación es extremadamente delicada —dijo el presidente galáctico y movió la cabeza mirando consternado a su hijo y su primer asesor.— Como no propongamos ya una medida seductora y viable, no tendremos argumentos para seguir sosteniendo la existencia de este mundo tan problemático.
Murió Osama Bin Laden abatido por un grupo comando del ejército Americano —decía excitado el rubio presentador de noticias de Fox. El mozo, un adolescente nicaragüense de escaso metro sesenta y pelo de alambre, le subió el volumen al plasma y se retiró tres pasos para mirar anonadado la noticia, haciendo caso omiso a la parejita de cubanos que le pedían desesperadamente la cuenta.
Sucedió al filo de la navidad, cuando recién comenzaba a trabajar como beach attendant en el National Hotel tras dos años sabáticos. Gracias al apoyo financiero de Daniela, mi esposa, terminaba de publicar “El guionista de Dios…¿o del Diablo?”, mi primera obra. Por veintitrés meses la paranaense había sido el único sustento de nuestro hogar. Tiempo que me llevó escoger y pulir los catorce cuentos de aquel desvirgue literario.
—¡No puedo mantener ni un instante más este secreto, —descargó mi extraño amigo esa pegajosa nochecita en el barrio Jardín. —Soy un alma caída, quizás la única que ha logrado reencarnarse, —agregó mientras agarraba con las dos manos el mate de madera recubierto en aluminio.
La dama argentina comenzó explicando las razones por las cuales ya no se hospedaba con nosotros. Enhebró un collar de pestes en referencia al servicio del hotel. Por supuesto que no incluía a los únicos trabajadores que valían la pena. ¡Vaya suerte la nuestra! Pronto recaló en el tema que parecía fascinarla…tirarle heces a Argentina en general y a los Kirchner en particular.
Disfrutaba jugar con el peligro, en una actividad rayana en lo demencial. Era un adicto a esa infusión de adrenalina que recorre nuestras venas en los instantes de tensión al límite. Y cada vez forzaba más el umbral buscando un desenlace que a todas luces se aproximaba.
El ambiente es estrecho y húmedo, tan húmedo... casi como si estuviese flotando. Entorno los parpados y vuelvo a abrirlos, una y otra vez. No distingo nada, solo un monótono gris plomizo, alternado con manchas violáceas que aparecen con cada grito, con cada aullido. Me aplasta un sentimiento de agobio, sin embargo no soy yo el torturado, sino otra persona a quien siento como un apéndice de mi propio cuerpo.
-
Hola jose Luis, lei este relato tuyo hace un par de años y me pareció una de tus mejores obras. Hoy lo releo y sigo opinando lo mismo. Un abrazo!!!Excelente relato, muy bien llevado...Muy buena utilización de las imagenes. Posee una visualidad inusual en un relato tan corto. No te doy las cinco porque en algun parrafo creo que te engolosinas con la adjetivación. (Caramelo que yo saboreo tantas veces) Un abrazo Alex...W.G.GPicaresca pura, me entretuvo y me hizo reir!!!Hola jose Luis. A este cuento ya lo habia leido unos años atras y me atrapó. Amo a Asimov y este cuento tiene la sazón del genial escritor. Un abrazo...Enigmatico, magico, muy buen relato. Perdon por la valoracion del cuento sobre la minusvalida. Aprete el boton de una vez y se fue con una estrella. ¡Eran cinco! Un abrazo Jose LuisLoca tu, loco yo...Te creo amiguita. Original y atrapante ,me robaste cinco***** Un besotón Lucia, cuidate mucho...WalterVaya manera de conseguir un trabajo!!! Hermoso relato amiga. Da gusto empezar asi una muevo dia. Un beso...WalterPuliendolo un poco, estariamos enfrente de un magnifico relato. Adelante amigo!!!...WalterAl mejor estilo Almafuerte. hermoso poema amigo...WalterHermosa forma de expresar un sentimiento compartido por todos los que somos padres...Un abrazo amiga!!!Linda forma de hacernos compartir tus recuerdos. Fresco y tierno...Hermosas y sentidas palabras amiga!!
-
Este usuario no ha creado ninguna reseña



