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Tú eras el negro de la Underwood. Sí, el que se ponía junto a la puerta por si tenía que salir corriendo. Cobarde.Te he calado, negro. Siempre cagadito de miedo y al lado de la puerta. Siempre traumatizado por los sadismos de sus personajes. Sí, negro, aún te recuerdo. Hoy no hay luna, negro. Te invito a unas copas; engañemos a la noche negra. ja ja ¿Qué no, negro? Sólo un par de lingotazos, como en los viejos tiempos. Llamaré a Jay, le sacaremos los ojos y los usaremos de aceitunas. Negras, por supuesto. ¿Temes atragantarte? Nos quemaron en el infierno, por eso somos negros. ¿Recuerdas? No, no, negro, no soy tan duro como piensas. Siempre me ponía junto a la ventana. Tú junto a la puerta, yo en la ventana, con mi vieja olivetti. Y es que, mi querido negro, si pasaba algo, por la ventana todo acaba antes que por la puerta. Sí, de puro ébano eran los marcos.
Mi solidaridad, compañero. De descartarse la oligofrenia, deberíamos hacernos una chaquetita (pues llega el verano) con las pieles del señor Jay. Con perdón y gracia.
Está bien escrito, se hace un poco largo hacia la mitad, (¿largo un texto de un minuto? Eso es señal de algo) pero lo que veo inexcusable es que se copien las formas de otro autor sin tan siquiera mencionarlo. Lo acepto como ejercicio literario, pero siempre avisando previamente sobre la autoría de la idea original. Está bien como copycat de las historias de famas y cronopios (un tal Cortázar) pero, digámoslo así, de originalidad tiene poco. La forma de encabezar el texto es casi igual, el formato: el mismo. Joder, hasta la idea del título. Supongo que no está hecho con mala fe pues ni a ti ni a mí nos pagan por publicar aquí, pero por pura deontología literaria sería de recibo (en este caso tan evidente) el señalar la fuente. Firmo la presente sin ánimo de polemizar, puro consejo.